Despertamos 8:30.
El viaje de 1:40hs y 140km fue muy placentero (1). Clara durmiendo y Bruno despierto, pero entretenido con sus cosas (y sin chupete electrónico!!! ).
Ya al llegar a Sevilla nos dimos cuenta del gran tamaño de esta ciudad. Y es claro, tiene el casco antiguo más extenso de España y también uno de los más grandes de Europa. Después de tirar las mochilas en nuestro nuevo departamento, salimos a recorrer la ciudad al medio día (2 y 3). Y la temperatura se sigue sintiendo. Lo que más me llamó la atención fue la diferencia de temperatura entre la sombra y el sol. Será por lo seco de esta región? Aca la gente está con cara de "qué clima agradable" y nosotros estamos transpirando la gota gorda en cada paso que damos.
La primera parada fue la Catedral de Sevilla (4). Esta es la catedral gótica con mayor superficie del mundo (5 y 6). Y como si esto y su esplendor no fuera motivo para visitarla, también tiene los restos de Colón (7).
Y venir hasta Sevilla y no ver los restos de Colón es como ir a París y no ver la tumba de Jim Morrison.
La catedral es grande, bonita y sobre todo fresca (8).
La entrada a la catedral te da acceso a La Giralda. Un campanario compuesto por 24 campanas (10 y 11), de forma cuadrada y lo más importante... 34 rampas con un ascenso total de 100 metros. Ohh si... por suerte Clarita optó por subir con la mama... (9) y ya saben como dice la canción... It's a long way to the top if you wanna rock and roll.
Desde la cima, se pueden tener las mejores vistas de la ciudad. Yo personalmente le agregaría una heladería en la cumbre y un puesto de refrescos en la rampa 15.
Será por esas ganas de comer helado que no pudimos dejar pasar la heladería llamada "la abuela" que se encuentra justo en la esquina de la catedral (12).
A pesar de que Bruno se puso un poquito loquito porque en la heladería no había dulce de leche, compramos algo para compartir. Y esa fue la peor decisión.
Al sacar el helado, a Bruno se le desorbitaron los ojos. A Clarita, retrátenla a los gritos sacando la lengua y señalandosela con el dedo.
Solo basto con apoyar el helado sobre el cochecito, para encontrarme excluido de un momento a otro del circulo de confianza. Para colmo, intentar meter la cuchara ahí era como tratar de sacarle un bocado a una manada de hienas despedazando un jabalí muerto (13).
Creo que de todo el viaje, este fue el momento donde más odié haber viajado con niños.
Nuestra próxima parada fue el Alcázar de Sevilla. Un palacio real.
Originalmente una fortaleza para proteger a las autoridades musulmanas, y actualmente el palacio real en uso más antiguo de Europa (data del siglo XI). La entrada no es barata, pero vale la pena. Detalles en cada rincón (14 a 21).
Si van, lo más raro que vi es el aljibe árabe (y posterior baño de la Reina) debajo de un patio, y sus increíbles jardines (22). Imaginen que serán bonitos estos jardines que sirvieron para representar los El Reino de Dorne en Game of thrones (23).
Terminamos la caminata, como no podía ser de otra manera, sino en una plaza (24) y luego, ya en casa, rascando la olla del hambre que tenían las criaturas (25).
El viaje de 1:40hs y 140km fue muy placentero (1). Clara durmiendo y Bruno despierto, pero entretenido con sus cosas (y sin chupete electrónico!!! ).
Ya al llegar a Sevilla nos dimos cuenta del gran tamaño de esta ciudad. Y es claro, tiene el casco antiguo más extenso de España y también uno de los más grandes de Europa. Después de tirar las mochilas en nuestro nuevo departamento, salimos a recorrer la ciudad al medio día (2 y 3). Y la temperatura se sigue sintiendo. Lo que más me llamó la atención fue la diferencia de temperatura entre la sombra y el sol. Será por lo seco de esta región? Aca la gente está con cara de "qué clima agradable" y nosotros estamos transpirando la gota gorda en cada paso que damos.
La primera parada fue la Catedral de Sevilla (4). Esta es la catedral gótica con mayor superficie del mundo (5 y 6). Y como si esto y su esplendor no fuera motivo para visitarla, también tiene los restos de Colón (7).
Y venir hasta Sevilla y no ver los restos de Colón es como ir a París y no ver la tumba de Jim Morrison.
La catedral es grande, bonita y sobre todo fresca (8).
La entrada a la catedral te da acceso a La Giralda. Un campanario compuesto por 24 campanas (10 y 11), de forma cuadrada y lo más importante... 34 rampas con un ascenso total de 100 metros. Ohh si... por suerte Clarita optó por subir con la mama... (9) y ya saben como dice la canción... It's a long way to the top if you wanna rock and roll.
Desde la cima, se pueden tener las mejores vistas de la ciudad. Yo personalmente le agregaría una heladería en la cumbre y un puesto de refrescos en la rampa 15.
Será por esas ganas de comer helado que no pudimos dejar pasar la heladería llamada "la abuela" que se encuentra justo en la esquina de la catedral (12).
A pesar de que Bruno se puso un poquito loquito porque en la heladería no había dulce de leche, compramos algo para compartir. Y esa fue la peor decisión.
Al sacar el helado, a Bruno se le desorbitaron los ojos. A Clarita, retrátenla a los gritos sacando la lengua y señalandosela con el dedo.
Solo basto con apoyar el helado sobre el cochecito, para encontrarme excluido de un momento a otro del circulo de confianza. Para colmo, intentar meter la cuchara ahí era como tratar de sacarle un bocado a una manada de hienas despedazando un jabalí muerto (13).
Creo que de todo el viaje, este fue el momento donde más odié haber viajado con niños.
Nuestra próxima parada fue el Alcázar de Sevilla. Un palacio real.
Originalmente una fortaleza para proteger a las autoridades musulmanas, y actualmente el palacio real en uso más antiguo de Europa (data del siglo XI). La entrada no es barata, pero vale la pena. Detalles en cada rincón (14 a 21).
Si van, lo más raro que vi es el aljibe árabe (y posterior baño de la Reina) debajo de un patio, y sus increíbles jardines (22). Imaginen que serán bonitos estos jardines que sirvieron para representar los El Reino de Dorne en Game of thrones (23).
Terminamos la caminata, como no podía ser de otra manera, sino en una plaza (24) y luego, ya en casa, rascando la olla del hambre que tenían las criaturas (25).
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