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Después de manejar 6 horas, llegamos a Reikiavik y completamos nuestra ruta circular por todo la isla sumando unos 1200 km.
Reikiavik es la capital y nosotros hicimos una pasadita rápida por el centro histórico con el objetivo principal de sentarnos en un café.
Lo que más nos llamó la atención fueron las casitas coloridas revestidas exteriormente con chapas de distintos tonos.
Sin darle mucho tiempo, buscamos refugio rápidamente en nuestro nuevos hospedaje.
Algo que nos dejó Islandia fue una mala impresión sobre la gente. Las experiencias estructuran ideas y nuestra experiencia hasta el momento no había sido buena. En el recorrido de los últimos días no habíamos cruzado un sólo islandes copado con quien interactuar.
Sabrán de otros viajes que es nuestra costumbre buscar interactuar con la gente del lugar. Saber cómo viven, saber cuales son sus costumbres y qué opinión filosófica tienen de la vida. También sabrán que solemos viajar con una caja de vauquitas para repartir cuando entendemos se dan estos acercamientos. Una manera de poder llevar con nosotros un pedazo de Argentina que pueda ser compartido. En este viaje ya habíamos perdido toda esperanza y la caja entera de vauquitas nos la terminamos comiendo.
Nuestro hospedaje para las últimas dos noches en Reikiavik era un departamento cuyo host Kristinn (AKA Kitty) usa como vivienda permanente. En él vive con su esposa y 3 de sus 5 hijos. Creemos que por diversión alquila su dto en AirBnB. Si no, no lograríamos entender lo que nos ocurrió.
Kitty, de oficio vendedor, contextura grandota y unos 54 años nos recibió con una sonrisa. Con su cerrado pero entendible inglés comenzó a mostrarnos el lugar. Lo primero que nos dijo fue "la casa está toda equipada, pueden usar lo que quieran, acá tienen un montón de especias que pueden usar si quiere cocinar".
Luego de eso nos mostró las habitaciones, la tele, la clave de wifi.
Le consultamos por el clima y eso desató lo que desencadenó el inicio de una charla imprevista. Una cosa fue llevando a la otra y terminamos en la mesa del comedor, todos juntos hablando sobre un abanico de temas. Fue ahí cuando dijo "tengo jugo para los chicos" y tras eso sacó una limonada y un jugo de naranja.
Después nos contó sobre cómo estaba compuesta su familia. Que tenía una familia ensamblada con 5 niños y 3 matrimonios. Hablamos sobre su trabajo y le contamos sobre el nuestro. A medida que la charla fue avanzando, Kitty fue sumando cosas a la mesa. Para ese entonces, ya había agregado unos palitos de tipo bretzel y una especie de papitas pai que acá se llaman PIK-NIK.
Hablamos sobre la gente, su cultura y costumbres. Nos contó que un sueldo básico es de 3K euros, uno bueno de 6K euros, pero el alquiler de un departamento chico no baja de los 2.5K euros.
Después nos contó que su deporte favorito era el futbol. Ahí fue cuando aprovechó la oportunidad para decirnos que tenía unas cervezas de su equipo de futbol y las sumó a la mesa. Las SILFURSKEIDIN tenían un escudo azul impreso en el frente de las latas. Adicionmalmente ,sacó otras cervezas locales por si esas no era de nuestro agrado.
Luego nos contó que los islandeces realizaron un cambio cultural hace 30 años y hoy son mucho más abiertos a las distintas inclinaciones sexuales. Eso explico las calles y los locales pintados con el arcoiris típico a favor del orgullo.
También nos contó que si bien es un país caro, el agua, la calefaccion y la electricidad tienen costos irrisorios.
Para ese momento Kitty ya había sacado copas y un vino blanco italiano.
Hablamos sobre lo que le había salido el departamento, sobre lo que sale un alquiler. Hablamos del clima y de la temperatura. Según él, si bien es baja en invierno, al no ser húmedo es no es tan terrible. A Kitty se lo veía resistente al frío...
Ya con confianza nos comentó como la apertura a inmigraciones les cambió un poco la vida. Desde el aumento de la inseguridad, la ocupación en los hospitales y escuelas. Nos dejó entrever que no está muy de acuerdo con la inmigración paquistaní...
Ya para cuando comenzamos a hablar de política, nos dijo "aca tengo mi depósito, pueden agarrar lo que quieran, tienen comida y alcohol, agarren lo que quieran".
Claramente una demostración de genorisidad que no vamos a explotar pero que al menos nos sirvió para cambiar un poco la percepción sobre el islandés que nos estábamos llevando y confirmar que con el alcohol mediante los lazos se achican.
Solo nos arrepentimos de no haberle podido compartir un a vauquita.
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