A las 9:30 estábamos camino a levantar nuestro auto. Hoy visitaríamos la última cascadita del viaje, las cataratas del Niágara. A dos horas de la ciudad de Toronto, ir en auto resultó la manera más conveniente. 67 CAD de alquiler, 10 CAD de estacionamiento y 27 CAD de nafta. Eso sí, tengan presente que si alguno va a ir, pueden pagar 37 CAD de estacionamiento ó alejarse y unos metros y elegir entre las múltiples ofertas por 10 CAD el día.
El trayecto a la ciudad que lleva el mismo nombre que las cataratas fue todo por autopista. Luego de recoger provisiones en una despensa hindú de dudosa reputación, para las 13 estábamos estacionando el auto.


La ciudad del lado canadiense es una especie de Las Vegas, llena de casinos y grandes hoteles.
Las cataratas, está partidas en 3 caídas, dos del lado EEUU y otra del lado canadiense. La más imponente de las 3 es la herradura que está del lado canadiense. La vista de las 3 es mucho mejor del lado rojo.
La espectacularidad de esos 2,800 m³/s de agua explotando contras las rocas a casi 60 metros se ve un poco opacada por el entorno en que se encuentran. Lo que ocurre es que del lado canadiense, estás en medio de una ciudad de asfalto. Sin coatíes que te afanen la comida, se pierde un poco su encanto.
Después de ver las cascadas desde sus múltiples ángulos decidimos hacer la excursión del bote que te lleva debajo de la cascada. Una experiencia divertida si estás dispuesto a mojarte un poco.

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