lunes, 24 de septiembre de 2018

JA2018 - Día 12 - Shirakawa-go y Takayama - 24/9/2018

by G

Despertamos en el silencio de nuestra pequeña hostelería de Kanazawa donde sólo escuchar el crujir de la estructura de madera... Al menos ese era el espíritu del lugar hasta que llegó B.
Nosotros y todos los otros habitantes de esta morada, que no tuvieron otro remedio, nos levantamos a las 7.
Después de un veloz desayuno improvisado por café y un cúmulo de galletitas, a las 8:30 ya estábamos camino a nuestro próximo destino... Takayama con un stop en la aldea de Shirakawa-go (foto 1 y 2)

Hay algunas cosas que por el momento no cubren nuestras expectativas. Todo el mundo nos dijo que Japón nos iba a "romper la cabeza".
Tal vez vinimos con la vara muy alta, pero L y quién les escribe aún no estamos tan deslumbrados como pensamos que íbamos a estar.

Es entendible que siendo casi 130 millones en esta islita íbamos a encontrarnos japoneses hasta abajo de la sopa. Pero la idea de llegar a un aldeita lejana era de alejarnos un poco del turista, salir de la urbe y codearnos un poco con la naturaleza.








No fue el caso de Shirakawa-go, dónde también está lleno de visitantes japoneses. Sacando eso, el entorno es realmente hermoso. Una zona de montañas, verde, naturaleza y un pequeño cúmulo de casa gassho-zukuri de tejado triangular hecho de paja y muy inclinado para soportar el peso de la abundante nieve que cae en esta zona en invierno. (fotos 3, 4, 5 y 6)


Desde el mirador de Shiroyama podés tener una vista panorámica de la aldea digna de fondo de pantalla. Si juntas un poco de valor, no te pierdas la oportunidad de tomar la bajada por el sendero agreste. Ahí vas a tener al menos 20 minutos de lo que antes les mencioné. Lo mismo en la base del puente colgante. Sentado en las rocas por momentos podés escaparte de esa multitud. (foto 7, 8, 9 y 10)





Con un poquito de esfuerzo, achinen los ojos, desenfoquen, no vean a toda la gente y la foto es buena.


Si andan por esta aldea y ven a japones haciendo cola para comprar una especie de paleta "acaramelada", por más que se vea tentadora, NO la coman. Ya se, parece el alimento popular en el pueblo. Repito, NO. No son más que arroz (más arroz), aplastado, bañado de soja y semillas de sésamo, quemado. Eso que se ve no es caramelo. Cuidado. No se dejen tentar. Y si lo hacen, yo les avisé. (foto 11)

De todas maneras, Japon no deja de sorprenderte. Cuando pensas haber visto todo es cuando te encontras caminando al lado tuyo a un flaco, disfrazado de Sailor Moon, con una peluca violeta, pollera con bombacha y llevando en la mano una muñeca (foto 12). Lo raro es que nadie lo mira. Todos miran a B porque tiene ojos redondos!


En fin, luego de diambular unas 3hs (fotos 13 y 14), nos subimos al segundo bus. La ruta, adentrándose cada vez mas en el verde y montañoso paisaje se incrustaba por momentos en kilométricos túneles que atravesaban el corazón de la montaña.



Luego de 1 hora y pico, llegamos a Takayama.

Eso si, la llegada a Takayama fue un tanto complicada. Ya al bajar en la estación, L alegó sentirse mal, así que cargue nuestras 3 mochilas y emprendimos camino a nuestro destino donde ir a descansar. El camino no largo, pero eterno para L, hizo que se le fuera transformando la cara de a poco. Toda su resistencia nos permitió llegar hasta la puerta del hospedaje donde paso lo inevitable. L volcó por primera vez después de tantas aventuras. Tal vez fue la falta de agua, tal vez que no comimos del todo bien en las ultimas 24hs, la caminata o los nervios de estar acarreando a un incontrolable monstruo que parece haberse tomado 10 latas de speed.
Padres y tías, tranquilas. L ya descanso, se recuperó, ceno y se fue a dormir.

Nuestra nueva guarida por 2 noches nos sorprendería para bien. Hasta ahora el mejor lugar donde paramos. Una casa de estilo ryokan (casa tradicional japonesa), con pisos de tatami, con un sistema de puertas y paredes corredizas. Una belleza! Para colmo super equipada. Y como no podía ser de otra manera, el baño con el chorrito incluido.

Alguna nota respecto a la comida. Me siento como la primera vez que fui a Madrid. Al volver todo el mundo me dijo lo mismo. "Cómo es que no fuiste a ningún museo del jamón?. Si están en todos lados". Bueno, acá hay en todos lados Kaitenzushi (que serían una especie de barras dónde va pasando la comida y uno puede ir eligiendo qué comer). Nosotros aún no pudimos identificar ni uno. Seguramente porque parte de nuestro tiempo nos la pasamos mirando a B que no haga ninguna travesura.
Por ahora estamos en la opción más económica, comprar comida hecha en un 7-Eleven o un FamilyMart, o hacernos de víveres en algún super local y cocinar.















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