jueves, 20 de septiembre de 2018

JA2018 - Día 8 - Tokio - Rain falls down - 20/9/2018

by G

Hoy arrancamos un poquito más tarde. Arriba a las 5.

Luego del desayuno, mientras L y D armaban el recorrido del día, me adentre a probar el chorrito del baño que tanto usan acá. Abierto a experiencias nuevas, me senté en el artefacto. Calentito el asiento... Bien. Cómodo en el lugar, fui repasando las instrucciones enviadas por Yoshi (nos dejó indicaciones para todo!) e hice mis necesidades. Primer botón, chorro fuerte, segundo botón, chorro suave, tercer botón, secado... wow.
Es raro como por un lado le ponen tanta tecnología a un inodoro, y por otro no aceptan tarjeta de crédito en ningún lugar.

Otra cosa que me llamo poderosamente la atención fue la ducha (recordemos que ducha e inodoro estan separados en 2 puertas distintas). No fue el hecho que a pesar de tener el espacio reducido se dan el lujo de separar la bañadera de la ducha. Tampoco de que el barral dónde cuelga la cortina en lugar de estar en la bañadera está ni bien abrís la puerta... No.. voy a hablar de que el único espejo que tiene el baño está a la altura del culo.
Entiendo que estos japoneses vienen cortos de estatura en promedio... pero cuando digo a la altura del culo, estoy siendo generoso. No me entra en la cabeza para qué podría usarse un espejo a tan baja altura.
No soportando la intriga, investigue un poco. Resulta que se bañan sentados. Eso explica también el pequeño banquito de plástico que está al lado de la puerta. Más info en el siguiente link:
https://japonismo.com/blog/el-bano-en-japon

La primer parada fue un templo. Otro templo. En este caso el templo de Kanda Myojin (foto 1 y 2)



















Como la mayoría de los templos religiosos, sin importar el credo, estos también cuentan con una caja de recaudación donde los fieles pagan con dinero para purificar su alma y de paso mantener la máquina andando (foto 3). Se dice que el resto de las religiones que no adoptaron esta modalidad desaparecieron. Ley de Darwin.


Akihabara, una explosión del anime, el manga, los disfraces, la electrónica. La mayor expresión del aniñamiento japonés (foto 4)

Siguiendo con las cosas raras, la gente paga para entrar a un café y que las meseras en el rol de niñas, vestidas y actuando como tal, les sirvan el café. También es de esperar que se pongan a jugar juegos infantiles con ellas. Bizzaro y rozando lo pervertido.

Otro dato raro y un tanto perturbador es que acá todas las mujeres son peronistas. Si no me creen, vean la foto 5.


De ahí caminamos hasta el palacio imperial donde nos tiramos en sus jardines a comer un popurrí de cosas que levantamos en un 7-Eleven. Sushi, unos dumplin, un arroz con un pollo frito y unos fideos con crema y queso. (fotos 6, 7 y 8).




Otro misterio sin resolver, fue haber visto a lo que parecían gente voluntaria trabajando las plantas del los jardines. Yo no se si es una especie de tortura moderna japonesa o si es alguna otro ritual sagrado (foto 9)


Desde que llegué me dieron ganas de tomarme una Dr. Peppers. Creo que son las maquinas expendedoras que te las podés encontrar hasta en los lugares más insólitos. De a poquito te van generando las ganas de consumirlas.

La próxima parada, la estación central de Tokio, donde los chicos aprovecharon para hacerse de amiguitos locales (foto 10 y 11).




Fue ahí donde nos agarró la lluvia. Sin paraguas y con la temperatura habiendo bajado unos grados, decidimos refugiarnos en un Starbucks.
Sin panorama de cambio y mojados, encaramos la vuelta. Nuestro estado por la calle debió haber dado realmente mucha lástima. Al punto que se nos acercó una joven y nos regaló un paraguas. Si, se acercó, me puso el paraguas en la mano (yo era el que llevaba a B en la mochila) y se adentro en un negocio al grito de "for you, for you".










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