29/09/2018

JA2018 - Día 17 - Kioto by bus - 29/9/2018

by L

Con alertas de tifones llegando al celu, dudamos bastante sobre cómo encarar el día. Por suerte somos bastante kamikazes y nos aventuramos hacia Kioto.


Ya familiarizados con el sistema de transporte, con el shinkasen en 25 min llegamos a Kioto.

Como para no aburrirnos, la lluvia nos acompañaba, a veces intensa, otras veces no tanto. Pero para protegernos un poco, y por otro lado, por las grandes distancias a recorrer, decidimos por primera vez invertir en un pase de bus de todo el día por 600 yenes.







Nuestro primer destino, el santuario Kiyomizu-dera, un templo de madera enclavado en lo alto de la colina. Si, colina, subida, lluvia, fresquete, lindoooo.

Subida intensa que se hizo llevadera gracias a los negocios que ofrecían sus productos, entre ellos, más dulces japoneses. Con un poco de respeto por las malas experiencias anteriores, le entramos a unos sobrecitos de lo que podría ser para nosotros mazapán rellenos de chocolate, frutilla, banana. Esta vez si le pegamos y con la suerte de que los comercios, para estimular el consumo, ofrecían sus productos en demasía, salimos pipones. Con al panza llena y con alguna que otra muestra pa llevar a casa.






El templo resultó estar en reparación por lo que lo vimos cubierto de andamios y deberemos volver para apreciarlo. Sin embargo, el resto de los edificios del santuario resultaron ser precisos al igual que la bajada por el parque.

Para completar el día, quién les escribe se resbala cayendo con una pata estirada, la otra rodilla al asfalto, entre medio torcedura de tobillo incluido. Lindoooo

Nuestro segundo destino (teníamos que sacar provecho al boleto) fue el templo Heian, para llenarnos de "buena suerte y ahuyentar espíritus malignos". Resulto ser una enorme plaza con un templo bastante austero con 4 puertas a la que se entraba por un Tori gigante, el mas grande que vimos.

Almorzamos alguna cosa en starbucks y aprovechamos a soltar al monstruo quien ya empezaba a manifestarse en su forma más violenta.

Con energías renovadas retomanos el recorrido, siempre con lluvia, claro, al silver pavilion o locamente Ginkaku ji, el cuál fue una hermosa sorpresa. De madera, sobrio pero precioso sobre un lago pequeño, con la lluvia que explotaba el verde del lugar, resultó ser uno de los lugares más bonitos que visitamos en todo Japon.






Con nuestro plan cumplido, con lluvia incluida y todo, decidimos volver a Osaka, y darles de cenar por primera vez en el viaje a B y F en horario normal, y descansar para mañana que nos esperaría "el día del tifón".

Nota: descubrimos un super, el central square fantástico, bastante occidental pero con productos japoneses que invita al consumo masivo, por lo que volveremos rodando de tanto salmón, sushi y kit kats verdes :)











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