miércoles, 19 de septiembre de 2018

JA2018 - Día 7 - Tokio - 19/9/2018

by L

Maldito jet lag... 3 am nos fuimos despertando. 3.30 ya todos arriba como si fueran las 9 de la mañana. Aunque lo intentamos, imposible fue congeniar el sueño nuevamente, y comenzamos el día sufriendo por lo que nos depararía el resto de la jornada.

Desayuno de por medio, empezamos a leer sobre Tokio. Si! Aunque no parezca verdad, esta vez no nos dio el tiempo ni la cabeza para organizar desde casa que hacer una vez aquí.

Con una guía de la ciudad robada del JR empezamos a seleccionar barrios y para las 8, emprendimos la misión.

Notas varias de colores:
- Acá la vida empieza después de las 9. Para todo tuvimos que esperar... los templos del parque Ueno, el mercado de Ameyoko.
- Las bocas de agua sobre la calle tienen decoraciones de flores.
- Las japonesas caminan chueco a propósito (acá es moda, por lo que las más fashion caminan con los pies hacia adentro).
- Los japoneses, si bien son correctos, no son pacientes en el 100÷ de los casos (nos paso que nos miraran mal o nos put...ran por lo bajo por caminar del lado incorrecto en la vereda).
- A B le caben las japonesas (cosa que nunca, le tiró los brazos y se fue a UPA de sailor moon).
- Los baños públicos tienen hasta papel higiénico, y todos todos tienen cambiador para bebés y sillita adentro del cubículo para que aprisiones al monstruo mientras haces tus necesidades.

Recorrimos varios templos: Kaneiji ( madera, sobrio, muy bonito), Nezu (con muchos muchos toris, muy colorido), en el barrio de Ueno. Más tarde nos acercamos a Asakusa para conocer el templo de Sensoji, el más antiguo de Tokio y lleno de turistas y japoneses en kimono (chicas y chicos). En los templos ocurren cosas raras, toman agua de una cascada, rebolean una moneda adentro del templo, hacen dos reverencias y dos aplausos :/ tb el ritual de purificación ( a ese nos copamos más que nada porque era acercarse a una especie de aljibe con muchos sahumerios riquísimos y hacer con las manos que el humo te llegue, y por ende te purifique).


Este último templo está en una zona más turística por lo que al salir de allí, un gran mercado nos esperaba, con delicias japonesas y multitud de sitios de alquileres de kimonos.

Reventados y luego de haber recorrido 15 km a pie, Sarita Rockefeller insistió en tomarse un bondi, odisea si la hubo para pedir indicaciones, y en 25 maravillosos min ya estábamos en el sucucho diminuto para descansar hasta el próximo día.
 



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