Arrancamos por la mañana recorriendo el casco histórico de Tavira. Casas revestidas con azulejos, calles empedradas, atravesadas por el río Gilao (1-9).
Para terminar el día encaramos para la Prahia Do Barril a eso del mediodía.
Habíamos investigado que no tenía ni acantilados ni escaleras, por lo que era una opción nueva.
Pusimos el GPS y fuimos.
El aparatito nos hacía dejar el auto a unos 2km a la orilla de un río. Raro. Un río?
Luego entenderíamos que ese pantano/río se llaman Rías de Formosa. Es como un pequeño delta. Ahora bien... Imaginen un campo de golf. Ahora imaginen un minigolf. Bueno esa es la relación entre el delta del tigre y este.
La cosa es que estás rías están paralelas al mar. Por lo que la única manera de llegar al mar es cruzandolas a pata. Siguiendo un cómodo, pero largo caminito bajo el sol.
Un trayecto de 2km que no sería tan grave si no tuviera a cuestas a un B a los gritos durante todo el trayecto. Con el eco de un "me duele la panza, quiero volver a mi casa" fuimos avanzando. Los gritos se irían intensificando hasta que le propusimos hacer caca (al parecer era el origen del problema) en un yuyerio al costado del pantano. Poco convencional, un poco primitivo, pero fue la única solución que encontramos a mano. Atravesamos los arbustos, sacamos la ropa, nos pusimos en posición y cuando creímos estar listos... gritos y llantos de "no quiero hacer caca".
Seguimos, obviamente acompañados de alaridos que no podían ser calmados. Así fueron los largos e interminables kms hasta llegar a la playa...
La playa era un poco como la habíamos visto en fotos. Sin acantilados, sin escalones. Amplia, con arena blanca, sin olas. Algo así como un Gesell, sin el chingui chingui de fondo, sin el vendedor de pirulines, sin churrero, ni el avión de helados pirulo (10-14).
Nos divertimos armando un castillo de arena... Ahhh y vimos un delfín!!!
El día fue espléndido. Poco viento, algo nublado, suficiente como para no insolarse, el mar calmo y una puesta de sol atípica. Estas playas están paralelas al ecuador, por lo que acá ocurre algo que nunca vi. El sol no sale ni se esconde en el mar.
Para la vuelta, aprovechamos un paseo en tren que nos ahorró un poco la caminata (15).
En casa, comimos unos schnitzels de pollo con unas batatas al horno. De postre unos helados (16-17).
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