domingo, 3 de octubre de 2021

EU2021 - Día 9 - Lagos - 3/10/2021

by G

La noche no fue buena. B levantó fiebre... para colmo, al levantarnos, el día nos recibió con lluvias. Por suerte el pronóstico indicaba que al medio día estaría mejorando, por lo que hicimos tiempo hasta las 11 y salimos con destino Sagres, Praia do Beliche y el Cabo de San Vicente.

El Cabo San Vicente es el extremo sudoeste del país y un lugar con unos imponentes acantilados que ofrecen unas espectaculares vistas del Atlántico. Estar ahí nos recordó nuestra visita a los Cliff of Moher, solo que con menos verde (fotos 1-6)

Eso sí, al igual que aquella vez en Irlanda, no es recomendable que vengan con una campera muy holgada, porque con el chiflete que hay, embolsa y terminan en Uruguay.

Escapando del viento, buscamos una playa cercana (Praia do Beliche). Esta playa se encuentra entre dos acantilados y con 127 escalones que te bajan hasta la base... como la mayoría de las playas de esta zona (fotos 7 y 8).

La única diferencia con los días anteriores fue el viento. Mucho viento. Podemos decir que hasta se le volaban los bigotes a la estatua de Colón (mmm aunque ahora que lo piense, Colón no tenían bigotes)
Por lo visto no era algo exclusivo del Cabo San Vicente, sino propio del día. Día ventoso. Y si a una playa que está encerrada por dos murallas de piedra, le sumamos el viento y la arena, tenemos como resultado remolinos de viento y arena.
Arena en la cabeza, en los ojos, en los sándwiches... Arena hasta en el upite.
Para colmo, Clarita seguía molesta. Metida en la carpa, intentando dormir y con el viento que entraba por todos lados (foto 9).

Es por eso, que a eso de las 16:30 decidimos dejar atrás ese clima hostil y enfilar para el casco histórico de Lagos (fotos 10-11)

Las expectativas eran claras. Recorrer el casco, comer unos pasteles de Belem y tomar algunas cerveciñas.
La realidad fue otra. Bruno tirado en el piso, primero encaprichado con que quería subirse a un auto amarillo. Después que quería helado de una heladería en particular... Llorando, a los gritos. Por suerte, al menos esta vez no se sacó la ropa (fotos 12-13).

A eso se le sumó la hermana, que pobre, volvió a levantar fiebre. Intentamos darle thermofem y lo terminó vomitando.

En resumen, nos volvimos. Casi ni vimos el casco histórico y los pasteles se los habrá quedado Belén que seguro los habrá bajado con nuestras cervezas. Ojalá a Belen le generen una indigestión esos malditos pasteles.

Con una batalla perdida, pero no la guerra volvimos a casa.
 












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