Nuestro último día en la costa del sol sería de relax y playa. Pegadito a la Playa Calahonda, adentrado entre las piedras, encontramos una petit playa entre dos rocas e hicimos uso de manera exclusiva del lugar. En ese rincón fuimos nosotros.
Al llegar no había nadie y si bien el lugar por su tamaño no invitaba a que se sume nadie el plus estaba. El grito de los niños hacía eco entre las piedras y resonaba como si estuviéramos adentro del teatro Colon. Esto espantaba a cualquier fisgón con ganas de venir con intenciones de compartir la parada.
Si a eso le sumamos a B y su nudismo... ni un domador de leones se atrevería a poner pie entre esas rocas.
Respecto a ese tema, sinceramente ya no me importa lo que diga la gente. A esta altura también me tiene sin cuidado que no me haga caso cuando le digo que se vista... Lo que realmente me da miedo y me preocupa por demás es que se queme con el sol el pito y después se la pasé llorando 1 día y medio. Por suerte hoy es nuestro último día de playa.
Después de la mañana de playa, enfilamos a buscar comida. Cansados de las viandas a base de sanguchitos, tortillas y pizzas frías, fuimos por el pequeño centrito de este pueblo a buscar donde comer.
Hoy es Domingo. Un día festivo, por lo que la gente sale empilchada, luciendo sus vestidos y trajes... Y entre esa gente fuimos pasando nosotros, con B a la cabeza y su calzón de mounstruitos.
Así llegamos a nuestro bar. "Redondo Bar de tapas" era el nombre del lugar que por lo que vimos promueve el alcoholismo.
El menú era una cosa de locos.
La primera opción era pedir un plato. Una media ración costaba entre 4 y 5 euros (con media se llena solo C después de bajarse una mamadera). Una ración entera salía 8/9... y a eso había que sumar la bebida... una, Coca por ejemplo, salía 2e.
Las segunda opción era pedir una caña de 2e que venía con una tapa a elección.
Obviamente fuimos por muchas opciones 2. Asi pasaron tapas de tortilla, boquerones, costillas de cerdo a la barbacoa, calamares fritos, croquetas de pollo y carne con tomate.
En resumen, no fuimos nosotros, el sistema nos obligó a beber.
Cuidar a los niños en el balcón de Europa representó un desafío en sí mismo.
Por la tarde fuimos para la Playa de la Torrecilla, de arena negra, piedras y agua super transparente. Estuvimos ahí hasta que empezó a bajar el sol.
Después de una ducha rápida y con pocas ganas de cocinar, decidimos volver al bar. En esta oportunidad las tapas fueron albóndigas en salsa de almendras, carne con tomate, una mini hamburguesa, pinchitos de pollo y unos langostinos Pil Pil., especialidad de la zona
Terminamos la noche con un helado y a la cama que mañana arrancamos la vuelta. 500km hasta Madrid!
Al llegar no había nadie y si bien el lugar por su tamaño no invitaba a que se sume nadie el plus estaba. El grito de los niños hacía eco entre las piedras y resonaba como si estuviéramos adentro del teatro Colon. Esto espantaba a cualquier fisgón con ganas de venir con intenciones de compartir la parada.
Si a eso le sumamos a B y su nudismo... ni un domador de leones se atrevería a poner pie entre esas rocas.
Respecto a ese tema, sinceramente ya no me importa lo que diga la gente. A esta altura también me tiene sin cuidado que no me haga caso cuando le digo que se vista... Lo que realmente me da miedo y me preocupa por demás es que se queme con el sol el pito y después se la pasé llorando 1 día y medio. Por suerte hoy es nuestro último día de playa.
Después de la mañana de playa, enfilamos a buscar comida. Cansados de las viandas a base de sanguchitos, tortillas y pizzas frías, fuimos por el pequeño centrito de este pueblo a buscar donde comer.
Hoy es Domingo. Un día festivo, por lo que la gente sale empilchada, luciendo sus vestidos y trajes... Y entre esa gente fuimos pasando nosotros, con B a la cabeza y su calzón de mounstruitos.
Así llegamos a nuestro bar. "Redondo Bar de tapas" era el nombre del lugar que por lo que vimos promueve el alcoholismo.
El menú era una cosa de locos.
La primera opción era pedir un plato. Una media ración costaba entre 4 y 5 euros (con media se llena solo C después de bajarse una mamadera). Una ración entera salía 8/9... y a eso había que sumar la bebida... una, Coca por ejemplo, salía 2e.
Las segunda opción era pedir una caña de 2e que venía con una tapa a elección.
Obviamente fuimos por muchas opciones 2. Asi pasaron tapas de tortilla, boquerones, costillas de cerdo a la barbacoa, calamares fritos, croquetas de pollo y carne con tomate.
En resumen, no fuimos nosotros, el sistema nos obligó a beber.
Cuidar a los niños en el balcón de Europa representó un desafío en sí mismo.
Por la tarde fuimos para la Playa de la Torrecilla, de arena negra, piedras y agua super transparente. Estuvimos ahí hasta que empezó a bajar el sol.
Después de una ducha rápida y con pocas ganas de cocinar, decidimos volver al bar. En esta oportunidad las tapas fueron albóndigas en salsa de almendras, carne con tomate, una mini hamburguesa, pinchitos de pollo y unos langostinos Pil Pil., especialidad de la zona
Terminamos la noche con un helado y a la cama que mañana arrancamos la vuelta. 500km hasta Madrid!
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