Nos levantamos como nuevos después de dormir cada cual en su habitación. Igualmente no tardaron en empezar las peleas y los llantos de los peques por lo que a las 10 nos animamos a probar suerte en el all inclusive varias horas antes del check in. Todo con tal de tratar que las fieras se tranquilizaran.
Por suerte no hubo problemas, y pudimos hacer uso de todas las facilities. Como el desayuno había sido pobre, o ausente para los adultos, siendo las 11.30 atacamos un truckfood. Hamburguesas, panchos, patties (una especie de empanada frita jamaiquina con carne o verduras) y frutas saciaron nuestras necesidades básicas.
Luego cada cual se dedicó a disfrutar de la playa como lo deseaba. Los abuelos al sol, los peques a jugar con la arena y nosotros aprovechamos a presentarnos en el centro de buceo.
Dos horas después empezamos con el scuba review con nuestro instructor uruguayo Franco. La verdad es que fue un shock volver a tener el equipo encima. La resistencia de respirar en el regulador, la sensación de encierro y la claustrofobia. Algunos ejercicios fueron perder el regulador y recuperarlo sin ahogarse, sacarse la máscara y volversela a poner abajo del agua y vaciarla para poder recuperar la vista. Too much! En ese momento dije para que c...o otra vez bucear? Qué necesidad?! Para colmo a G se le rompió la máscara de viejita que está....
Por suerte no la pensé más y anulé los miedos para poder terminar con la clase. Estuvo buena y de hecho vimos cosas que antes no habíamos visto con los cursos.
Al terminar y con miedo a encontrar a los chicos en crisis, nos sorprendió ver que estaban tranquilos. Buenos, tranquilos hasta que C empezó a las 18.30 con el "tengo hambre". Y tengo hambre, hambre, hambreeeee. La cena la teníamos reservada recién para las 20.30. Largo trecho nos esperaba. Pero entre vestirla con vestido, maquillarla, ponerse los aros se hizo la hora.
Empezamos a caminar medios perdidos porque mucho all inclusive, pero te debo carteles indicadores. Eso sí, tenés en las equinitas un moncho que se supone te orienta. Bueno bien para el culo porque nos mandó en un bus interno hasta otro hotel donde llegamos un poco antes y tuvimos que esperar. C al grito de "tengo hambre" la entretuvimos robando del buffet algún pancito, pero la mezcla con el sueño era una bomba. Por suerte los 15 min pasaron y entramos al resto japonés.
C ya arranco que había olor feo. La cara de la acomodadora que de sonrisa paso a seriedad, y nos separó a un lado donde olía peor. Después de un rato de ir y venir nos dice que estábamos en el resto equivocado. A todo esto C tirada en el piso gritando y llorando que tenía hambre. Nos sacaron. Ahí me salió la fiera y le empecé a reclamar que se comunicará con el otro lugar para explicar que llegaríamos tarde, pero sin éxito. Yo me seguía calentando, ellos nos enviaron mal, ellos no ponen los carteles... Con tal de no escucharme más hicieron una excepción y nos dejaron entrar.
Clara apenas probó alguna cosa y se quedó dormida, pero B comió sushi, sopa de miso, y todo todo lo que le servían, un genio! Pollo pescado,carne y langostinos.
Con la panza contenta y C peso muerto, retomamos el camino a nuestro hotel para un merecido descanso.
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