27/12/2025

AS2025 - Día 22 - Koh Yao Noi - 2025-12-28

by N

Como casi todos los días de estas vacaciones, nuestros días arrancan temprano, porque si algo no somos en esta familia es dormilones. A las 7 AM sonó el despertador y, como era de esperarse, la primera en abrir un ojo fue M.
A las 8 salía nuestro bote gratuito al pier, cuya tecnología de punta consistía básicamente en el pie del capitán apoyado sobre una caña de bambú que —entendemos— oficiaba de acelerador, conectado a un motor lo suficientemente ruidoso como para despertar a un sordo en otra isla.
Llegados al muelle, debíamos combinar con otra embarcación que nos depositaría en Koh Yao Noi. Ya en el pueblo, cerca de las 8:30, teníamos que esperar hasta las 9:45 para ver si el speedboat realmente existía o si era solo una estafa maestra. Pero llegamos antes porque teníamos una misión clara y noble: no nos podíamos ir de Phi Phi sin despedirnos del 7-Eleven.

 

Como no habíamos desayunado y teníamos una hora y media por delante, los más hambrientos fueron directo a McDonald’s, mientras que las más consumistas salimos a dar una vuelta por el pueblo y, obviamente, volvimos con bolsas, además de pasar por nuestro querido 7-Eleven, al que ya extrañábamos como si fuera un familiar cercano.
Era hora de hacer el check-in, así que nos dirigimos al mostrador con el "papelito de almacenero" que nos habían dado ayer a cambio de 250 dólares, y que básicamente decía “vale x8”. Nosotros decidimos confiar. Entregamos esos papelitos y, a cambio, nos dieron unos stickers. Seguimos confiando, porque a esa altura ya no había vuelta atrás.
Finalmente llegó el barco y nuestra embarcación sí existía, momento en el que respiramos hondo y recuperamos la fe en la humanidad.
La espera dentro del speedboat antes de salir fue una experiencia térmica extrema: un calor tan intenso que nos chorreaba la gota gorda, con un aire espeso y pegajoso que nos hizo dudar seriamente si estábamos esperando o siendo lentamente cocinados al vapor dim sum. La situación solo mejoró un poco cuando el bote finalmente partió y apareció algo parecido a una brisa (o al menos la ilusión de movimiento).
Llegamos al puerto de Koh Yao Noi y nos dimos cuenta de que habíamos vuelto a la Tailandia tradicional, donde ya no habrá sándwiches de pollo ni galletitas de agua. Volveremos a una dieta estricta de pollo frito y Pad Thai todos los días, aunque estamos contentos porque pareciera que la isla es básicamente para nosotros, con muy poca gente turisteando.

   

Llegamos al Sea View Bungalow y lo que menos se veía era el mar (Sea), que claramente se había retraído unos 10 mil kilómetros y había dejado en su lugar cangrejos mancos (violinistas) y una arena barrosa que no invitaba demasiado a pisarla. Una situación que, nos enteraríamos después, se presenta dos veces al día con la marea baja.
Empezamos a caminar y algunos cobardes prefirieron volver al frescor de nuestra nueva pileta, mientras que otros nos adentramos en el mar barroso para ver si de cerca la cosa mejoraba. Spoiler: no, nunca mejoró. Así que volvimos un tanto desilusionados también al frescor de la pileta hasta que nuestros bungalows estuvieran listos.

 

Cerca de las 13 hs nos entregaron las llaves. Las cabañas estaban mucho más que aceptables, aunque claramente no tenemos Sea View porque la Pool View estaba más barata (y total, el mar está lejos).
Nos sentamos a almorzar y no nos quedó otra que amigarnos nuevamente con la comida thai, bajando el picor de los paladares con unas cuantas cervezas Singha, mientras el cielo se teñía de un gris tenebroso y se largaba una tormenta que desapareció en apenas 10 minutos.

Pasado el chubasco volvimos a hacer tarde de pileta, porque acá no hay mucho más que eso; el pueblo está a 8 km. Y si bien yo insistí en alquilar 4 motos para recorrer un poco, el público adulto no me acompañó. Se ve que mi idea de aventura ya les pareció demasiado arriesgada, incluso para nosotros.
Entonces, para coronar la tarde, con I nos dimos una nueva sesión de masajes. Luego volvimos a cenar en el restaurante del hotel con una baja: a L la atacó el dolor de cabeza y está con migraña.
Esperemos que pueda reponerse, ya que mañana nos espera una excursión de todo el día para huir de la marea baja, que nos lleva a recorrer los puntos más interesantes de la bahía de Phang Nga, entre ellas la famosa Isla de James Bond.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario