11/12/2025

AS2025 - Día 6 - Beijing - 2025-12-12

by G

Nos despertamos a las 8 en nuestro hotel ochentoso que parecía salido de una pantalla del Leisure Suit Larry. Mirar por la ventana esperando ver una bakery con algún roll de canela o una croissant, y en su lugar ver un local donde venden anguilas, cangrejos y un mix de cosas que uno no puede describir, es el primer golpe de realidad.

Con un cielo cubierto, unos -3°C y un pronóstico que indicaba que la temperatura seguiría bajando hasta los -7°C, la perspectiva del día no resultaba muy alentadora.

La técnica de la cebolla es eficiente para viajar ligero, pero tenés que tener en cuenta algo fundamental. Para ir a buscar un simple café, te tenés que poner: la ropa térmica, los dos pantalones, los 2 pares de medias, las zapatillas, la remera, los dos buzos (el micro polar y el otro), las dos camperas, guantes, bufanda y gorro. Cada vez que tenés que salir es un ritual de 15 minutos en el que la pasás mal. No solo por todo el tiempo que te lleva, sino porque en el proceso vas transpirando y recién sentís alivio cuando ponés un pie afuera del hotel. Alivio que se transforma en cagada de frío en 10 segundos.

Nuestro desayuno constó de leches chocolatadas y galletitas del 7-Eleven para los niños. Para los grandes, Jianbing (煎饼)... una especie de omelette estilo crepe callejero. Para completar, fuimos por unos cafés de Luckin Coffee (el Starbucks chino).

En el puesto del crepe nos sirvió la técnica de señalar, sonreír y estar abierto a que te den lo que ellos crean conveniente. Luckin Coffee, en cambio, era una ventanita donde había dos chinas trabajando que lo único que hacían era señalar un código QR (al parecer había que ordenar sí o sí online). Con el aguanieve cayéndonos en la nariz, sintiéndonos el "Hombre de Malvavisco" de los Cazafantasmas por la cantidad de ropa, y con una aplicación china sin posibilidad de traducción, la misión era digna de Ethan Hunt. Y menos mal que todo lo que queríamos eran 4 cafés...

Pero cuando todo parecía decepción, apareció un ángel chino sediento de cafeína que por suerte hablaba inglés y nos pudo hacer el pedido desde su celular. Luego de apretar 25 botones con chirimbolitos y esperar 5 minutos, teníamos nuestros cafés en la mano.

La misión del día era simple: buscar lugares con refugio y tratar de aguantar todo el día sin dormir siesta para ganarle al jet lag.

Después de desayunar en el hotel, para las 11:30 estábamos listos para salir a patear la calle. El desafío de abrigarnos para salir y sacarnos todas las capas de ropa cada vez que entrábamos a un lugar cerrado nos acompañó todo el día. Así que así nos la pasamos la mitad del tiempo... poniéndonos o sacándonos ropa. Y no ponerse el abrigo no era opción, ya que el cielo comenzaría a descargar los primeros copos de nieve de la temporada.


 


Nuestro transporte del día fue el fabuloso metro, que nos llevó de un lado a otro de la ciudad por pasajes de apenas 2.55 USD con el que podíamos viajar los 8. Una verdadera ganga. La red subterránea, a pesar de ser la más extensa del mundo (con 25 líneas distintas y 800 km de extensión), está bien señalizada y la pudimos usar sin sobresaltos.



El subte, con algunos coches iguales a los de la línea D y otros más modernos, estaba lleno de chinos concentrados en sus celulares y perfumados por el aroma característico que emana de sus cuerpos después de haber comido unas pezuñas de gallo especiadas.

Nuestro primer destino fue Sanlitun Taikoo Li, también conocido como el shopping de Sanlitun. En la superficie, locales de Chanel, Loui, Polo y Dior llenaban el lugar con chinos de Shani Shidro. En el under, había locales más terrenales a los que pudimos entrar alternadamente.

Pero el lugar donde pasamos más tiempo fue en Uniqlo. Una marca japonesa que arrancó fabricando unas camperas livianas que se vendían por dos mangos y ahora se transformó en un imperio de ropa de la gama de North Face. Los carteles rojos del lugar debieron activar en L algún sensor de compras desaforadas e innecesarias. Algo similar a cuando "El Macho" usa el suero PX-41 para convertir a los Minions en criaturas malvadas, indestructibles y destructivas. Eso mismo que les relaté alguna vez en el pasado en H&M, solo que en este caso no eran cartelitos de liquidación...

Esta vez L no estuvo sola, sino que arrastró a N en este raid de compras de ropa de abrigo que nos va a ser de gran utilidad para nuestro paseo por las playas de Tailandia... o para cuando volvamos a casa. Con pantalón para -40 grados, entre otras cosas, seguimos camino.

Luego de alimentar a los niños en Burger King, el próximo destino fue el Silk Market. Un lugar libre de gente, cosa que para China es mucho. Y no había nadie porque el lugar era exclusivo para gente lo suficientemente excéntrica, loca y adinerada como para pagar un vestido de seda, que parece sacado de una obra de teatro, por la módica suma de 79.000 yuanes (11.200 USD).

 

Para eso de las 18 hs, el metro nos llevó de vuelta a la peatonal Wangfujing. Con la nieve ya sobre nosotros, la atravesamos de punta a punta intentando hacer todo lo posible para que las más peques no se quedaran dormidas.

 


Luego de una cena en lo de Dong Dang, caímos rendidos en el hotel. La misión del día fue lograda! Llegamos a las 22 hs sin dormir siesta.


3 comentarios:

  1. Shani shidro?! Brillante

    ResponderEliminar
  2. Qué suerte que volviste G! Te extrañábamos! sin ofender los relatos de N. Clau y Andre

    ResponderEliminar
  3. Tenes que entender G que los carteles rojos en general nos activan algo en el cerebro que no podemos manejar, nos hiper ventilamos y perdemos toda capacidad de razonamiento...entendé a mi amiga...
    Muy buen relato !!!

    ResponderEliminar